El anillo del pescador.
Desde la imprevista renuncia de Benedicto XVI, al trono de Pedro, los medios del mundo y otros formadores de opinión han lanzado un sinnúmero de comentarios referidos a los momentos que le tocará vivir a la Iglesia Católica y más puntualmente a toda la Curia que participará de los sucesos que se encuentran prontos a sobrevenir para arribar a la elección de un nuevo Papa.
Sabemos que dentro de la Iglesia ya se tejen intrigas respecto de la elección del nuevo Sumo Pontífice y que hay fracciones enfrentadas por el manejo del Gobierno del culto católico, que ya lleva más de 2.000 años de historia y muy tristes recuerdos sobre su accionar a través de los siglos (situación, hoy día, mucho más al alcance de ser conocida por los fieles -1.300 millones de católicos esparcidos por todo el planeta-, como también por todos aquellos interesados por los hechos históricos que dejó la impronta de la actuación del gobierno de la "sede principal del catolicismo" en el devenir de los tiempos).
Según se cuenta hay enfrentamientos entre los purpurados para llevar a la Cátedra de San Pedro a un cardenal que reúna las condiciones que sean acordes a la ideología de cada una de las fracciones enfrentadas...que se supone pueden ser más de dos.
Ya, ésto en si, es un problema para quienes observan desde el exterior y se asombran de que un gobierno -que de forma lógica, debería ser naturalmente unido bajo la sola y única inspiración de Dios- tenga tantos cismas dentro de si que no parecería responder en forma directa de la "espiritualidad y poder" del "Supremo Señor".
El 28 de febrero próximo, a las 20:00 horas (hora de Roma), el Santo Padre dejará libre su cargo y será allí cuando un grupo de altos funcionarios irrumpirá en sus aposentos, con un "martillo" y procederá a destruír el "Anillo del pescador" que lleva grabado el nombre de "Benedicto XVI", para que no queden rastros de tan importante objeto personal e identificativo del papado. Lo que no se conoce es que se hará con el oro una vez aplastado (detalle que no es aparentemente importante pero si muy bueno de ser anunciado). Tampoco se comprende porqué en un lugar de sagrados muros y "sumergido en tanta espiritualidad", como lo es la Basílica de San Pedro, se pueda realizar "con un simple martillo" en la mano de un cardenal, este hecho tan desagradable (aunque, tal vez, inevitablemente necesario).
Es de suponer, si es que se lleva a cabo la destrucción del objeto relacionado con el ministerio petrino, que tal ceremonia se realice de forma más reservada (por decirlo de alguna manera) o fascinante (si cabe aquí hacer valer éste término) pues proviene de una comunidad de religiosos casi directamente ligados a Dios "el todopoderoso" que todo lo puede y que milagros ha realizado y en apariencias continúa realizándolos; siendo por dicha razón que se ve ridiculizada la acción del martillo "de ferretería" frente al poder que se suele ostentar desde el Vaticano.
Estas acciones nos demuestran la falta de ingenio y creatividad de los que dirigen la Iglesia Católica y que caen en ridículos errores como el que se describe en párrafo anterior o en los hechos de disputas, intrigas y agitaciones que se generan y que continuarán generándose cuando el cónclave se reúna, y finalmente concluya cuando el humo blanco -de alguna manera fabricado en oposición al negro (también fabricado, que indica que aún no hay decisión)- determine que un nuevo Sumo Pontífice estará listo para manejar el destino de la tan maltratada y no bien conducida Iglesia Católica, según mi modesto entender.
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