martes, 23 de octubre de 2012

Simplemente calla.


No me cuentes nada.


No me cuentes nada
...solamente calla,
guarda los secretos
que solos se escapan.

No me cuentes nada
...simplemente calla,
no turbes mi mente
con vagas palabras.

Deja que me quede
con todo lo bueno,
creyendo en la vida
…confiado, sereno.

Ser un inocente
que ama ser amado
...ver solo lo bello
que tu ser me ha dado.

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Autor: Jorge Horacio Richino

Copyright - all rights reserved
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Poema simultáneamente publicado en:

y otras páginas web y blogs del autor.
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domingo, 21 de octubre de 2012

Un bello enlace...


...para encontrarse con una imagen deslumbrante.
Recorre con el mouse el artículo y has clic donde dice AQUÍ.

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sábado, 20 de octubre de 2012

Buracos en el corazón.


"Es imposible olvidar, aquello que la mente -por si sola- se da el antojo de sacar siempre a la superficie".

 *Dichos de Jorge Horacio Richino*

En el argot "porteño argentino" buraco es una expresión que significa agujero.




miércoles, 17 de octubre de 2012

Romper la barrera del dolor...




El Poeta del Ciberespacio y Escritor de la web, en un arrojado salto desde la "estratósfera de la separación", descendió con su traje de "fibra de harapos" y casco de "acero destemplado" a más de "treinta y nueve mil poemas de altura" y a una velocidad de "mil trescientos cuarenta y dos versos desgarrados por hora"; para finalmente concretar la hazaña de llegar indemne a suelo firme -rompiendo la barrera del dolor- con la ferviente promesa de no cometer -otra vez- pruebas de alto riesgo para su salud física y espiritual.
La experiencia ha sido todo un éxito y se estima que para los años venideros solicitará tener un trabajo normal, como por ejemplo ser piloto de "aeronaves menos románticas", para recorrer la vida y el espacio con mucha más libertad de vuelo y continuar mejorando las condiciones de pericia extrema en su accionar.

¡Felicitaciones "Poeta del Ciberespacio"!

Nota: Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia.

viernes, 12 de octubre de 2012

De antiguas leyendas está llena mi alma.


Nostalgias hondas.


De antiguas leyendas
mi alma está llena
...llena de alegrías,
colmada de penas.

De antiguas leyendas
de tiempos vividos
...que guardan recuerdos
de amores perdidos.

De antiguas leyendas
de lazos creados
...sana y limpiamente
con seres que he amado.

De antiguas leyendas
que marcan su impronta
...dejando las huellas
de nostalgias hondas.

De antiguas leyendas
no me queda nada
...que excite mi mente, 
que me encienda en llamas.

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Autor: Jorge Horacio Richino

Todos los derechos reservados
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Poema simultáneamente publicado en:


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miércoles, 10 de octubre de 2012

Saludos intensos...


Es enormemente agradable recibir saludos intensos, a excepción de cuando se encuentran acompañados de un breve sermón basado en falsas apreciaciones, que por otro lado son muy claras y muy precisas. Por lo tanto apoyarse en esto último no es franco ni leal, aún consigo mismo (me refiero a la persona que le agrada actuar como maestro de enseñanzas).
De todas formas y como el pensamiento es dinámico y nadie puede pensar dos cosas diferentes a la vez; recibir "saludos tan profundos y sentidos" puede producir un estado de tristeza, congoja y añoranza en el receptor. Porque, claro, no se olvida tan fácilmente como tampoco se dejan de recordar los intensos momentos vividos, como también todo lo mejor de aquello que hoy ya fue, que fue mucho, por cierto.
Por esta razón a mi también me gusta retribuir los saludos, con la misma intensidad con que los he recibido.
No dudo de las buenas intenciones, en muchos casos, y de las de otro tipo que también existen y han existido (muchas veces, quizás, sin querer dañar; pero que finalmente dañan). Los seres humanos somos tan particularmente raros, y no es tan anormal, que generalmente logremos destruir lo que queremos construir sobre bases sólidas basadas en lo mejor que nuestros espíritus poseen y desean; y que es por demás -yo diría casi con seguridad- lo que mayor felicidad nos aportará en la vida.
¡Qué triste! ¡Jugamos y perdemos! Le suele ocurrir a los humanos, esos que pensamos, esos que creemos que todo lo domina el pensamiento, esos que ya perdimos el instinto animal que llevamos dentro, esos que nos olvidamos que a veces es más fuerte el instinto que la mente (como por ejemplo: Cuando nos apasionamos, cuando reímos, cuando lloramos, cuando amamos, cuando odiamos, cuando confiamos y cuando celamos).
Gracias a Dios estamos cuerdos para controlar nuestros desbordes instintivos y contenerlos con la mente, a pesar de nuestra propia destrucción psicológica. 
Es ésta una observación que merece ser recordada y comentada; más allá de que existan recuerdos gratos, o más que gratos, que nos hacen retribuir también con un "saludo intenso" por lo bueno de la vida compartida!!!

Qué no está escrito?


Si, bien dicho: ¿Qué no está escrito en la web que casi todo aquello que se te ocurra ya lo escribieron otros antes?
Si eres "bloggero" y amigo de redactar artículos de todo tipo, el problema te surge al titularlos ya que eliges un título, y otro, y otro; los buscas en la web y seguramente los encuentras por montones.
Finalmente das en la tecla pero no son tus oraciones las más comunes que escribirán los navegantes para encontrarse con aquello que es de su interés y generalmente del interés general.
Por eso es difícil reunir una multitud de visitantes en tus ediciones en la web.
Se conocen sistemas pagos para solucionar este inconveniente y quedar en el tope de las páginas de búsquedas, pero para eso se deberá pagar un dinero.
Esto último, no estará mal en algunos casos, tenerlo muy en cuenta.


lunes, 8 de octubre de 2012

Tan cruda realidad.



Un cuento de Jorge Horacio Richino, "El escritor de la Web".

Dormido en el "Bar".

Un día lunes, feriado en mi país, razón por la que había poca gente en Buenos Aires; caminaba de regreso a mi casa luego de haber salido a recorrer un poco la calle y tomar un café por ahí para matar las horas.
Un cielo plomizo había pintado todo el día y en ese momento se hallaba casi al final de su transformación a oscuro.
En una de las esquinas de mi barrio hay un "Bar" que lo han inaugurado hace poco tiempo y que su estilo es como penumbroso. Tiene unas escasas luces blancas y el resto son de color rojo, dándole al ambiente un velado halo de intimidad y misterio. Cuando pasé por uno de sus laterales, que daba a la calle por donde yo circulaba, observé -como lo hago a menudo- hacia su interior. Me sorprendió un señor mayor, de aproximados 80 años, bien vestido, que se hallaba solo.
Cuando presté atención más detenidamente, pude observar que estaba con su cabeza inclinada hacia adelante, dormido casi sobre la mesa, en el centro del salón, que además estaba vacío.
Ese detalle despertó en mi la imaginación, comenzando a reflexionar sobre la supuesta vida de ese hombre; sobre las causas de que nadie lo acompañara; sobre las razones que lo habían llevado hasta ese bar y a esa situación que trazaba un marco de infinita soledad.
Por un instante me asaltó el impulso de entrar al local y preguntarle si precisaba algo, aunque no me pareció prudente ya que los empleados y el dueño del local estaban allí, detrás del mostrador, departiendo tranquilamente.
Seguí mi camino sin poder sacar de mi mente la idea que me había generado esa escena.
Muchas...pero muchas veces, después de una vida casi completa y de -seguramente- tantas luchas,  que depararon éxitos y fracasos, hay mucha gente que suele terminar así; sola; triste; aburrida y nostálgica.
Quizás no sea el caso de esa persona, pero la situación eso daba a entender.
Es el final de la vida; el que alguna vez suele llegar y uno nunca podrá conocer lo que le puede presentar el destino, o tal vez la sociedad moderna que hace que ya no existan tantas familias "eternas"; que se yo...miles de causas que en estos tiempos llevan a situaciones antes poco vistas y de tan cruda realidad, que son hoy cada día más comunes.
Me fui alejando despaciosamente de aquel lugar con una sensación de tristeza en el alma y con un, más que leve, temor de que algún día pueda volver a ver esa escena...pero que el protagonista de ella sea yo.



Autor: Jorge Horacio Richino. - Todos los derechos reservados.