Como el cántaro
a la fuente fui,
una, dos, tres
y mil veces.
Como el torrente
de un río te seguí,
para llegar al aluvión
que permitiera desbordar mis aguas.
Como el viento silencioso
te busqué,
para frenar mis impulsos
de correr a toda prisa.
Como el fuego ardiente
me encendí,
para recordar el calor
que alguna vez tu cuerpo me ofreció.
Y me até a un pasado
sin regreso,
solamente para recrear
lo que nunca más sería.
Y aún sabiendo que
no se puede vivir en fantasía,
insistí siempre en volver
para cruzar el portal de tu morada ya vacía.
Jorge Horacio Richino Verdaguer
Todos los derechos reservados.
a la fuente fui,
una, dos, tres
y mil veces.
Como el torrente
de un río te seguí,
para llegar al aluvión
que permitiera desbordar mis aguas.
Como el viento silencioso
te busqué,
para frenar mis impulsos
de correr a toda prisa.
Como el fuego ardiente
me encendí,
para recordar el calor
que alguna vez tu cuerpo me ofreció.
Y me até a un pasado
sin regreso,
solamente para recrear
lo que nunca más sería.
Y aún sabiendo que
no se puede vivir en fantasía,
insistí siempre en volver
para cruzar el portal de tu morada ya vacía.
Jorge Horacio Richino Verdaguer
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