La versión real de este breve cuento, la podrás leer en el siguiente enlace:
Me explotaba la capocha.
Creéme que es la posta! Estaba como abombado.
Flasheado por su reacción en mi contra, que nada que ver, logró que me entrase a menear todo el cuerpo, se me agarrotaran por completo los músculos y también que el balero se me pusiera en llamas como cuando tiramos cañitas voladoras para las fiestas.
Caché mis cosas y me fui recaliente y con ganas de putear.
Ese día la pasé re horrible. Después me tranquilicé y pareció como que me hubiesen echado un balde de agua encima, porque me fui enfriando hasta quedar más tranqui.
Qué garrón pasar por estos jodidos momentos y tirar a la bosta todas las horas de que disponemos y que nos regaló el Barba. De esa forma, minga de hacer las cosas que queremos, como tampoco poder tomar unos mates juntos y en la más calma chicha.
Pero que se le va a hacer, las cosas se dan vuelta y siempre andamos con la jeta como carnero degollado y nuestros cuores no pueden arreglar los parches gastados y agujeros mil que nos fue dejando la jodida vida.
¡Que se yo si aprenderemos a ser felices y comer perdices!...A lo mejor mañana la vida me tirará momentos mejores, yo no te puedo adelantar nada.
Jorge Horacio Richino.