Recuerdos de cosas olvidadas.

Sepultando la pena.


Se inundaban mis venas
de sangre candente
y mi corazón se confundía
en la tristeza;
un mortal desconsuelo
me consumía el alma
sometiéndome
a la locura de tu ausencia.

La densa noche
aguzaba mi pena,
que vagaba desolada
en un mar de angustia;
y la soledad
se apoderaba de mi ser
que viviría en la perpetua
sonoridad de mis poemas.

No podía ver
que tu luz se apagaba
cuando ciego de amor
me arrullaba en tus brazos,
no supe leer
en tus ojos inquietos
que a una nueva pasión
cedías tu regazo.

Fui esclavo y prisionero
de todos tus deseos
mientras rompías impunemente
tus frágiles promesas.
Me entregué a ti
con el alma y la vida
y te supe amar como solamente
lo hacen los poetas.

De aquel amor inmenso
ya nada evoco,
pues tus pasos
se quedaron allá lejos;
sólo algún confuso
recuerdo aflora,
algunas veces,
cuando en mis versos lo siento.

Ya no está
aquel hermoso firmamento,
que presenció
nuestros instantes de calma.
Ya no está
aquella luna luminosa,
que brilló
como lo hacían nuestras almas.

Intento alejarme
de aquel viejo tema
e ignoro recuerdos
que puedan herirme.
Me hundo en mis cosas,
atrapo las musas,
me enredo con ellas
para confundirme.

Y sólo ha quedado de aquello
una historia,
que apenas consigue
arrancarme una pena;
pues quedó en un tiempo,
lejano, perdido,
que a veces recuerdo
... en algún poema.

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Autor de la poesía: Jorge Horacio Richino.

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