martes, 30 de marzo de 2010

LA LLAMA QUE FUE SU LUZ




Sintió la angustia en el pecho

... casi le brotaban lágrimas,

le estallaban los recuerdos

y en penas vagabundeaba.



Volvió a los lugares sacros

que antes con ella pisaba,

y al no tenerla consigo

sólo encontraba nostalgia.



Estaba muerto, deshecho,

sin vida y atormentado,

ya no tenía consuelo...

era un triste abandonado.



Su mano se le escapaba

como buscando la de ella,

y sus ojos exploraban

como si estuviera cerca.



En su corazón un nudo

que lo llenaba de angustia,

cortando su respiración

casi frágil... casi mustia.



Se abandonó a sus tristezas

entregándose al alcohol,

quería ahogar las penas

de esa infausta maldición.



Se dejó caer borracho

perdido entre los recuerdos.

... La llama que fue su luz

lo arrastró hasta el mismo infierno.




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Autor: Jorge Horacio Richino.
  
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