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El Mercado Vélez Sarsfield al que voy a referirme en este relato, es el que funcionaba en la década de los años 50 y principios de los 60.
La ubicación del mercado -en el barrio de Floresta (Ciudad de Buenos Aires)- es: "Avenida Rivadavia" a la altura del 8300, entre las calles "Chivilcoy" y "Bahía Blanca".
Lo que puedo recordar del mismo es que sobre la avenida mencionada tenía dos puertas de entrada que eran las principales del establecimiento.
Luego tenía dos accesos importantes por la calle "Chivilcoy" y uno por la parte trasera (donde se ubicaban los puestos mayoristas de frutas y verduras) calle "Yerbal". Sobre la calle "Bahía Blanca" no había forma de ingreso al mercado.
Si se entraba por cualquiera de las puertas de "Av. Rivadavia", uno se encontraba con los puestos dedicados a la venta de carnes y afines.
Todos los puestos de los carniceros tenían sus mesadas de marmol claro que lucían lustrosas y muy limpias y era usual que se cortara la carne sobre tablas de madera que los comerciantes apoyaban sobre estas mesadas.
En una ganchera que rodeba el puesto era común ver algunas piezas de carne y achuras, expuestas a la vista del cliente. Aunque también se guardaban en las heladeras especiales que los carniceros utilizaban para mantener en buen estado sus productos.
Para el caso de los carniceros y a la manera de anécdota, se puede decir que eran los más prósperos del mercado, observándose que ganaban y vivían muy bien y en muchos casos tenían automovil (situación no muy generalizada en aquel entonces) y que generalmente eran coches de gran porte, muchas veces descapotables y con tapizados vistosos (ej: simil piel de tigre) de marcas y modelos como Cadillac, Buick, y similares.
Sobre el ala derecha del mercado estaban los puestos de los polleros, y de los que vendían cerdos y conejos y al finalizar estaba la pescadería, que exibía un mostrador lleno de las más variadas especies marinas y de agua dulce (que muy seguramente hoy, ya muchas no se ofrecen a la venta).
Por el ala derecha estaban los puestos de almacén (que vendían los productos tradicionales de este rubro) y se conectaba con un pasillo que llevaba hacia la calle "Chivilcoy", en donde también había puestos de almacén (uno muy importante era el local de "Amado" cuyo dueño era una persona muy respetada en el mercado, casualmente era tío de una famosa figura del espectáculo de nuestro país).
Detrás de los puestos de los carniceros comenzaba el sector de los fruteros y verduleros, que justamente eran los últimos locales del mercado. Entre ellos se entrelazaban algunos puestos de otros rubros, como por ejemplo el de una señora que vendía huevos y que se tomaba el maravilloso trabajo de revisarlos al traslúz (esto lo hacía por medio de un velador de mesa en cuya pantalla oscura había un agujero donde esta señora colocaba y observaba el estado interior de cada huevo, antes de envolvérselo a sus clientes. Es obvio que si notaba alguna cosa extraña en su control, apartaba el producto para su decomiso o devolución). Que época!!!
Hacia el lado de la calle Chivilcoy también había puestos de bazar, calzado informal, etc. Recuerdo uno que vendía las famosas zapatillas pampero (que venían en caja de cartón de color amarillo). Dicho puesto de ventas tenía entrada propia por "Chivilcoy" pero comunicaba al mercado por otra puerta ubicada en la parte posterior del local. Allí también se podían adquirir las famosas alpargatas con suela de yute y también con suela de goma.
Los locales importantes que actuaban de vecinos del mercado y se apostaban sobre la Avenida Rivadavia (aquellos que yo puedo recordar) eran: Sobre la esquina de la calle Chivilcoy, "El Cóndor" tradicional fábrica de pastas (Nota: justo frente a dicho local - y ya no en la manzana del mercado- se hallaba una importante sucursal de "Bonafide", cafés, dulces, chocolates).
En la mismísima cuadra del mercado había locales de: "Cafés Richmond" (café molido a la vista y golosinas); "La Martona" (lechería); Un local de Ropa para Caballeros; Una Tienda, y algunos locales más.
Casualmente yo viví frente a este mercado desde los 2 meses de edad hasta los 12 años y posteriormente viví en la calle Bahía Blanca (en la misma manzana del "Vélez Sarsfield) hasta mis 26 años. Por lo tanto tengo muchas vivencias que me transportan a las épocas en que supe recorrer ese tan importante centro comercial.
Volviendo al tema del mercado, me es notable recordar la forma en se hacían llegar las aves (vivas) en jaulas, montadas unas sobre otras en camiones que llegaban hasta las puertas mismas del establecimiento.
Es decir que las aves no podían ser más frescas, ya que se mataban en el mismo puesto que las ponía a la venta. Lo mismo ocurría con los conejos.
La carne vacuna llegaba en forma de media res y el resto de animales como cerdo, cordero, chivito, etc., ya llegaban previamente carneados.
La fruta y la verdura de aquella época eran de alta calidad e incuestionable frescura. Daba gusto ver la calidad de la mercadería exhibida en dicho mercado.
Había también otros locales pequeños que se dedicaban a rubros como cerrajería, ferretería, etc.
El mercado era un lugar especial. En él se combinaban distintos aromas que resultaban ser (pese a la variedad de olores) gratos para el olfato, por lo menos para mí que era un chico que recién se exponía a las cosas domésticas de la vida y todo le resultaba curioso y producía el efecto de estar viviendo "la aventura de la vida misma" al recorrer sus pasillos llenos de alboroto, de personajes, y de cosas novedosas.
Habría muchas más historias sobre el "mercado" en aquellos años ya lejanos, pero voy a dejar lo resumido hasta el momento que espero pueda ser leído por vecinos de Floresta que han pasado por aquella época del tiempo y que seguramente recordarán con nostalgia muchos momentos de su vida que se encuentran ligados al lugar que es motivo de este relato.
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por Jorge Horacio Richino.
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